Dónde se encuentran los violines Stradivarius

Siempre ha habido gente especializada en la construcción de instrumentos musicales.

El luthier se llama luthier, una palabra alemana que proviene de laúd = laúd.

Premios de otro mundo

El más caro de estos es conocido como Lady Blunt. Debe su nombre a Anne Blunt, nieta de Lord Byron ––poeta del movimiento romántico británico–– y dueña de tan preciado objeto durante 30 años. En 2011 perteneció a la Nippon Music Foundation hasta su subasta en la casa Tarisio. El evento levantó una gran expectativa entre los amantes de la música. Finalmente, Lady Blunt alcanzó el precio más alto por un Stradivarius: 15,9 millones de dólares.

El Mesías tiene un valor estimado de 20 millones de dólares. Propietario actual: Ashmolean Museum, Oxford. Se considera el único violín considerado en perfecto estado.

Un poco de historia sobre Stradivarius

Un detalle bastante interesante con el que podemos empezar a hablar de este tema es el origen de la marca Stradivarius. La palabra proviene del apellido italiano de Antonio Stradivari, quien vivió en la ciudad de Cremona, Italia, desde 1644 hasta 1737. Stradivari fue un luthier que se dedicó a crear instrumentos de cuerda y su talento para ello fue tal que no tardó en llegar. para que se le conozca como uno de los mejores artesanos de su tiempo.

Todos los instrumentos fabricados por Stradivari estaban dotados de una belleza muy particular y unos acabados tan finos que la calidad de los sonidos que desprendían era de altísima calidad.

Una colección única

A lo largo de su carrera profesional, Antonio Stradivari fabricó más de mil instrumentos de cuerda, de los que se han conservado unos seiscientos cincuenta en perfecto estado. El propio constructor decoró algunas de ellas con mimo y delicadeza, enhebrando los contornos de los párpados superior e inferior con incrustaciones de marfil, además de cubrir los anillos y clavijas con arabescos, figuras de animales y adornos de amores.

El artesano italiano fabricaba sus instrumentos ad hominem, pensando en el ejecutante, adaptándose a las virtudes y exigencias del personaje. Por ello, grandes violinistas del siglo XX, como Yehudi Menuhin, David Oistrakh o Jascha Heifetz, coincidieron en que al principio no es fácil entender un Stradivarius. Paciencia, largas horas de ensayo y una extraordinaria versatilidad interpretativa son necesarios para que el instrumento entregue sus tesoros sin condiciones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *